Por Rafael Cardet
Sánchez
Antecedentes
sobre de la presencia de los
rivulus en la región
central.
El comienzo de la búsqueda
del Rivulus cylindraceus
en la región central
de Cuba comenzó luego
de una investigación
en Internet sobre estos peces
endémicos cubanos.
Allí mencionaban la
presencia del mismo en los
alrededores del poblado San
Juan de los Yeras, próximo
a Santa Clara, en fecha no
precisada. Esto dio lugar
a que recordara que en mi
niñez recibiera a cambio
de unos Poecilia reticulata,
dos peces alargados y cilíndricos
con colores quizás
verde olivo y moteados en
naranja. No pude memorizarlos
bien pues al otro día
en la mañana habían
desaparecido sin dejar rastros
del recipiente en donde los
había colocado. Estos
fueron capturados en un arroyo
próximo al poblado
de San Diego del Valle, a
30 Km al oeste de la ciudad
de Santa Clara.
Hace
apenas dos años había
participado en una conversación
en la que nuestro interlocutor
mencionaba la abundancia años
atrás de unos peces
similares en unas charcas
que pasaban por detrás
se la loma del Capiro en el
centro de nuestra ciudad.
También un joven biólogo
refería haber colectado
un ejemplar en las contaminadas
aguas del río Cubanicay,
dentro de la misma ciudad
de Santa Clara. Después
supimos que un criador de
peces en el poblado Ranchuelo
los había mantenido
en cautiverio y hasta había
logrado su reproducción.
Incluso este criador nos presentó
a la persona que le había
colectado estos peces en unos
arroyos del anteriormente
mencionado pueblo de San Juan
de los Yeras.
Empezamos
entonces los miembros de El
Acuarista Cubano de la región
central una intensa búsqueda
junto a las del Cubanishthys
cubensis por toda la región
central. Luego de año
y medio de infructuosa labor
logramos de forma inesperada
vernos cara a cara con nuestro
ansiado pez.
Un
agradable accidente.
Por accidente logramos localizar
al Rivulus cylindraceus
en los alrededores de la ciudad
de Santa Clara cuando capturábamos
Gambusias para alimentar nuestros
Manjuaris (Atractosteus
tristoechus). Esto sucedía
el 8 de agosto del 2007. Días
antes había comenzado
a llover no muy intensamente
y los charcos casi secos que
rebosaban de Limias, Gambusias
y Girardinus se habían
llenado de agua y ahora la
cantidad de peces era muy
inferior. No nos quedaba mas
remedio que intentar sorprender
a dichos peces en la pequeña
zanja que pasa junto a una
carretera conocida como el
“Callejón del
Guacalote”. Esto es
en las afueras de la ciudad
de Santa Clara muy cerca de
la zona Hospitalaria. Las
coordenadas del lugar son
N 22º, 22´, 99´´
y W 79º, 56´,49´´
y se caracteriza por formar
parte de una extensa zona
acuífera que pertenece
al domo de “Cubanacán”.
En el mismo nacen importantes
ríos de la región
central del país.
Esta
zanja corre paralela al rió
Cubanicay, uno de los arroyos
principales que atraviesan
nuestra ciudad. Allí
el agua comúnmente
corre hasta por encima de
la carretera formando láminas
de agua de aproximadamente
3 centímetro y de vez
en cuando pequeños
charcos de no más de
15 centímetros de profundidad.
Ese
día de agosto caía
en nuestro jamo (sin. red,
salabre) un pequeño
pez mas oscuro que los otros
guajacones y aparentaba tener
piel sin escamas o al menos
muy pequeñas. Inmediatamente
salió a relucir un
pequeño ocelo negro
bordeado de blanco en la parte
superior de la base de la
aleta caudal. Emocionado con
el hallazgo no pude concentrarme
más en capturar otros
guajacones, tiré varias
veces el jamo para tratar
de capturar más Rivulus.
Seguidamente caía en
el jamo otro ejemplar hembra
de menor tamaño, pero
la suerte se acabó.
En
un periodo de 10 días
se realizaron 3 intentos para
capturar mas ejemplares y
solo logramos colectar un
macho después de una
intensa búsqueda en
el mismo lugar. Llegamos a
la conclusión que el
pez aparte de lo difícil
de colectar por sus hábitos,
era muy escaso y que debíamos
ampliar la zona de búsqueda.
En aquel momento no había
comenzado de forma plena la
temporada lluviosa pero ya
peces en edad reproductiva
estaban dando descendencia,
pues por el tamaño
de los ejemplares encontrado
calculábamos una edad
para el mayor de ellos de
no más de 1 mes de
vida.
Descripción
del habitad de nuestros Rivulus.
Las aguas de la región
son generalmente neutras y
con una dureza baja debido
a que el terreno esta formado
por rocas serpentinita que
no aporta sustancias endurecedores.
En ocasiones se aprecia suelos
rojos arcillosos con gran
cantidad de materia vegetal
pero debido al intenso lavado
de dicho suelo las aguas son
transparentes sin que se aprecie
aportes significativos de
taninos. Pequeños arbustos
protegen el lugar, permitiendo
con su sombra que las plantas
no cierren totalmente las
charcas y pequeñas
corrientes de agua. Abundan
en las orillas plantas como
el Aroma y el Marabú
que con sus espinas impiden
en ocasiones el acercarnos
al agua. Las Guasimas y la
Pomarosa también son
abundantes pudiéndonos
deleitar con el fruto de la
última si es la temporada
adecuada. Ya en la misma agua
se aprecia el Macio, las Sombrillitas
(Hydrocotyle verticillata),
algunos nenúfares y
otras yerbas y bejucos que
forman con sus potentes raíces
protección adecuada
a los peces. Puede verse en
ocasiones Elodeas (Egeria
densa) y es curioso resaltar
el encuentro con un raro espécimen
vegetal acuático totalmente
espinoso pero muy frágil
para mantener en un acuario.
Reproducción
en cautiverio.
Desde que fueron colectados,
yo mantenía las dos
hembras en casa en una pequeña
pecera con tapa y con una
intensa alimentación,
y a los 10 días la
mayor había aumentado
apreciablemente de talla.
Luego al capturar el macho,
un poco mayor que ella, decidimos
unir a ambos peces para formar
una pareja. Se preparó
en casa de Daniel una pecera
de 50X30X30 centímetros
con Cabomba y Elodea como
vegetación y algunos
cantos rodados como posible
refugio. La pecera fue cubierta
con una malla plástica
para impedir que nuestros
peces saltaran fuera y esta
se colocó en el exterior
de la casa bajo una mata de
aguacate. Este árbol
no muy viejo y algunas plantas
de helecho le daban sombra
gran parte del día
a la pecera pero no impedía
que algunos rayos de sol incidieran
en la pecera creando un ambiente
similar al natural. Se comenzó
a alimentar a la pareja intensivamente
con artemia y calandraca (Tubifex
tubifex), viéndose
día a día el
vertiginoso crecimiento de
los peces.
Coincidió
que apenas una semana después
de ser instalada la pecera
con los rivulus, comenzaron
las lluvias de forma plena.
Todas las tardes se desbordaba
la pecera al caerle directamente
el agua y como estaba cubierta
con una malla plástica
los peces no se nos escapaban.
Ya a comienzos del mes de
octubre pudimos comprobar
que nadaban escondidos entre
las plantas cuatro alevines
de Rivulus de diferentes dimensiones,
a modo de escalera según
sus tamaños. El más
pequeño apenas podía
ser distinguido y existía
la posibilidad de que hubieran
mas huevos adheridos a las
plantas por lo que se decidió
sacar a los padres y ubicarlos
en una nueva pecera con iguales
condiciones a la primera.
Dejamos el acuario original
para el desarrollo de los
alevines y la posible eclosión
de huevos que allí
hubieran podido quedar aunque
no descubrimos ninguno.
A
finales de mes se comprobó
que sólo contábamos
con cuatro juveniles de Rivulus
los cuales todos eran machos.
Desde un comienzo los padres
fueron muy bien alimentados
por lo que se mantuvieron
saludables y el crecimiento
fue vertiginoso, lo demuestra
el que hubieran estado listos
para la reproducción
tan prontamente. Los alevines
fueron alimentados con artemia
y al tener una talla mayor
empezaron con ímpetu
a comer también calandraca
por lo que su crecimiento
fue también acelerado.
EXPERIENCIA
CON LOS RIVULUS DE LA CIENAGA
DE ZAPATA
Como llegaron a nuestras
manos.
En el Centro de Estudios Ictiológicos
Felipe Poey en la Ciénaga
de Zapata existen varios proyectos
de investigación sobre
los peces cubanos. La atención
principal en dicho centro
es hacia el “Manjuarí”
y existe un proyecto denominado
“Críe un Manjuarí”
mediante el cual se le entregan
a niños de la región,
alevines de estos peces para
darles tamaño y luego
de forma responsable reintegrarlos
a su medio natural. En una
ocasión anterior se
nos habían entregado
4 ejemplares de “Manjuarí”
y entablamos amistad con el
director de dicho centro.
Conociendo los trabajos acerca
de los Rivulus que se realizaban
allí y comentándole
al director sobre nuestro
hallazgo, nos ofreció
unos ejemplares de Rivulus
de la Ciénaga para
que los mantuviéramos
también. Fue entonces
que al visitar el centro en
el mes de octubre nos entregara
21 ejemplares juveniles de
las cuales solo 7 eran hembras.
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Foto:
La pareja de Rivulus
capturada en la zanja. |
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Foto:
Carretera que va a “Los
Alevines” frente
al centro de Electromedicina
en Villa Clara, a ambos
lados de la carretera
corre agua proveniente
del nacimiento del río
“Cubanicay”
que atraviesa la ciudad. |
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Foto:
Zona sureste de Santa
Clara en la que se ha
confirmado la presencia
del Rivulus cylindraceus.
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Foto:
Zanja en la que fue
encontrado el Rivulus
cylindraceus el
8 de agosto de 2007.
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Foto:
Muestra de la abundante
de la vegetación
en dicha cuneta y hay
tramos en el que abunda
el Aroma que con sus
espinas impiden en lo
absoluto el acceso al
agua. |
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Foto:
En ocasiones la zanja
es buldoceada para mejorar
el drenaje de la vía. |
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Foto:
Cradet capturando los
guajacones con su jamo
para alimentar a los
“Manjuaris”. |
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Foto:
Ejemplares machos de
Rivulus cylindraceus
traídos de la
Ciénaga de Zapata. |
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Los
padres de estos peces eran ejemplares
salvajes capturados a orillas de
la carretera que va del central
Australia a Playa Larga. Me llamó
la atención que al ser sacados
todos de un mismo estanque y tuvieran
tallas parecidas sólo un
tercio de ellos fueran hembras,
ya que habíamos en nuestro
primer intento de reproducción
con los peces de Santa Clara logrado
sólo ejemplares machos. ¿Será
que es común para estos peces
un mayor porcentaje de descendientes
machos que hembras?
La aclimatación y
preparación para la reproduccion.
Todos los peces de la Ciénaga
se acomodaron en una pecera de 30x25x25
centímetro ubicada en mi
dormitorio. Se acondicionó
con una pequeña capa de grava
inerte y se introdujo algunos tallos
de Cabomba y “Elodea”
y dos tubos fluorescentes de 15
W y 6400´K como iluminación.
La altura del agua originalmente
fue de 12 centímetro pero
como con el tiempo se comprobó
que a pesar del tamaño alcanzado
por los peces, no mostraban la famosa
tendencia a saltar fuera, se aumentó
el nivel de agua a 20 centímetro,
quedando apenas 5 centímetro
hasta el borde de los cristales.
Al
introducir los peces en dicha pecera
se contaron 14 machos y 7 hembras
cuyas tallas oscilaban entre 8 mm
y 15 mm con la excepción
de una hembra con una deformidad
en la boca, la cual alcanzaba los
20 milímetros de longitud.
Se comenzó con alimentación
intensiva con artemia y a la semana
los peces se mostraban muy confiados
perdiendo por completo la timidez
inicial. Podías poner la
mano sobre el cristal y moverla
sin que les importara en absoluto,
y sí mostraban algún
interés a la misma era por
si se les ponía alimento.
En
ese período en que se adaptaron
a la artemia eran alimentados hasta
tres veces al día y a los
15 días se comenzó
a dar calandraca dos veces al día
y una comida complementaria de artemia.
Ya en el mes de diciembre, aproximadamente
para el día 10, la mayoría
de los peces presentaban una talla
promedio de 3 centímetros
y uno solo rezagado con apenas dos
centímetro, y al menos dos
ejemplares con tres centímetro
y medio. El color ya estaba bastante
desarrollado aunque todavía
no había alcanzado toda su
plenitud.
Con
respecto al comportamiento en esa
etapa comprobamos que al mantenerse
un alto nivel poblacional dentro
de la pecera y no poder marcar territorios
propios la agresividad era baja,
y sólo consistía en
mantenerse entre todos a raya dominando
los ejemplares mayores. Al suministrárseles
abundante alimentación comen
todos con gran avidez sin preocuparse
unos de otros. Resulta curioso que
en muchas oportunidades, al encontrarse
dos machos de frente estos despliegan
sus opérculos de forma similar
a como lo hace el Betta splendens.
Despliegan también todas
sus aletas aumentando la frecuencia
de coleteo y sin llegar a atacarse,
uno de los dos huye no siendo precisamente
el de mayor tamaño en todas
las oportunidades.
Reproducción,
una gran sorpresa.
En el caso de la reproducción
de los ejemplares de Santa Clara
ocurría en áreas exteriores
y como no nos interesaba molestar
a los padres, quizás por
miedo a asustarlos, no pudimos nunca
ver los huevos ni el proceso de
evolución de los embriones.
En el caso de los peces de la Ciénaga,
luego de pasado un tiempo y comprobándose
la gravidez de las hembras, se decidió
preparar condiciones para la puesta.
Se seleccionaron dos parejas según
sus mejores condiciones y el resto
de los peces se reubicaron junto
a los Cubanichthys en otra pecera.
Nuestra primera pareja se acomodó
en la misma pecera en la cual habían
estado hasta el momento, a la cual
se le eliminó la grava y
dejó las plantas. Se introdujo
pedazos de corteza de Vid y una
o dos hojas de almendra para introducir
taninos al acuario. Al principio
se mantuvieron con agua del acueducto
con un ph neutro el cual fue descendiendo
aproximadamente a 6,7 producto de
los taninos. Cuando los peces se
hubieron aclimatado se le agregó
agua de lluvia a la pecera para
bajar la dureza aun mas y simular
la época de lluvias. A la
noche siguiente como aun mantenía
el acuario iluminado observé
una fuerte actividad dentro del
mismo. El macho acorralaba a la
hembra contra la esquina del cristal
frontal de la pecera. Con prudencia
pude comprobar una enorme cantidad
de huevos en el fondo y al menos
dos en las plantas. Pasado un rato
y teniendo miedo que los progenitores
engulleran sus huevos decidí
sacarlos a una pequeña pecera,
pudiendo contar hasta 22 huevos
trasparentes, rodeados del conocido
micro filamento y casi 2 mm de diámetro.
Después de retirar los huevos
los padres volvieron a sus andadas
y depositaron al menos 5 huevos
más. A partir de este día
los padres continuaron poniendo
a diario un promedio de 5 huevos.
Resultó
una gran sorpresa para mí
la gran cantidad de huevos puesto
el primer día y consultando
con la persona que me entregó
los Rivulus, me comentaba que en
ejemplares más adultos podían
hasta colectarse unos 60 huevos
en una primera puesta y depositar
una cantidad diaria mayor a lo que
comenta la literatura existente.
Posteriormente
pasado dos o tres días pude
comprobar para mi desilusión
que los primeros huevos estaban
cubiertos de hongos y tuve que comenzar
a recoger más huevos. Había
dejado una cantidad de los huevos
con los padres para comprobar si
realmente se los comían y
si pude verificar que así
como aparecían nuevos huevos
todos los días, otros iban
desapareciendo. Definitivamente
pude cerciorarme de que es cierta
la depredación de los huevos
por parte de los padres.
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Foto:
Muestra diferentes huevos
con hongo de las primeras
puestas. |
A
continuación comencé
a revisar todos los huevos en el
microscopio pero siempre era igual
estado, u hongos o diminutas burbujas
de gas en el centro del huevo, aun
los de apenas pocas horas de puesto.
La alegría pude recuperarla
cuando a los pocos días me
llamó la atención
un huevo más oscuro que los
demás y al analizarlo en
el microscopio quedé maravillado
al ver lo que tenia delante de mí.
En su interior había un embrión
con evidencias claras de una cabeza
de grandes ojos, una cola enroscada
y en especial un diminuto corazón
latiendo y una clara circulación
sanguínea que también
resaltaba. Enseguida comencé
a tomar fotos del mismo, operación
que repetí cada dos o tres
días incluyendo algunos videos
para una mayor documentación
de la evolución.
La
segunda pareja la había puesto
en una pecera para reproducir tetras
neón, con agua ligeramente
acidificada y con hojas de almendra.
La pecera estaba oscurecida en gran
medida simulando el ambiente natural
de los neones y como mi idea era
trasladar la pareja a otra pecera
cuando tuviera las condiciones,
saqué a los padres para la
pecera de cría definitiva
y en ella introduje una Limia vitata
grávida a punto de dar a
luz. Luego del parto y retirada
la Limia alimenté a sus alevines
con artemia y anguilillas y al cabo
de quince días, al verificar
la cantidad de pequeñas limias
comprobé la presencia de
4 pequeños alevines de Rivulus
que resaltaban por su fuerte color
oscuro con respecto a los otros
alevines de guajacón.
Cuestionamientos,
dudas.
¿Que falló con la
primera pareja para que perdiera
el 99% de los huevos? ¿El
tipo de agua? ¿La iluminación?
¿Inexperiencia del macho
o baja fertilidad?
Al parecer el agua no debe ser la
causa pues en su medio natural de
la Ciénaga de Zapata abundan
tanto los taninos como las rocas
calizas, por lo que el ph pudiera
estar entre ligeramente bajo y ligeramente
alto, aunque el agua de la Ciénaga
si es muy dura y en mi caso utilicé
agua blanda. La iluminación
intensa podría matar al embrión
desde un comienzo o quizás
a los espermatozoides o interferir
que estos penetren al huevo. El
macho podría realizar junto
a su pareja en el acto de la puesta
y no aportar suficiente espermatozoide
pues infértil no lo es, al
quedar demostrado esto con al menos
un embrión logrado.
En
el caso de la otra pareja la iluminación
era muy baja, ph de 6,5 y precisamente
otra pareja diferente. El hecho
de que por desconocimiento introdujera
una Limia en la pecera pudo ser
consecuencia de que esta descubriera
algunos huevos y los devorara y
ser consecuencia de que no se lograran
mas alevines de Rivulus.
En estos momentos se está
comprobando nuevamente todas las
condiciones para verificar que puede
influir en que los huevos no se
desarrollen, tomándose nuevas
parejas y manteniéndolas
en las condiciones del segundo caso.
La idea es dejar los progenitores
un periodo de diez días en
las peceras y luego retirarlos y
verificar la presencia de alevines
tras una espera de al menos 20 días
posteriores al retiro de los padres.
Hechos a destacar.
Nuestros peces no mostraron incomodidad
ninguna a causa de la intensidad
luminosa, y frecuentemente se quedan
tranquilos sobre la capa de plantas
acuáticas disfrutando de
agradables baños de luz,
incluso al emplear calidas lámparas
de halógeno y preferentemente
después de abundantes comidas.
A pesar de haber plantas flotantes,
ninguno de los peces subió
sobre las hojas fuera del agua a
tomar baños de luz. Solo
en una sola ocasión, uno
de los ejemplares se adhirió
al cristal, fuera del agua, y fue
huyendo del jamo.
En
cuanto a la famosa tendencia al
salto fuera del agua, pude ver a
una hembra que perseguida por un
macho se sentía incomoda
y saltaba con frecuencia a escasos
milímetros sobre la superficie
y sin chocar nunca con los cristales
continuaba su escape. En una oportunidad
la misma, acorralada contra el cristal,
tomo impulso hacia arriba y saltó
hasta las luces a 20 centímetros
sobre la superficie del agua. Lo
curioso es que el impulso lo había
tomado en tan solo 5 centímetro
de agua. En otra oportunidad un
macho que se encontraba en una pecera
amplia saltó hacia la pecera
contigua, pudiendo haber saltado
hacia los otros tres lugares en
los que no había agua y que
me dejo la curiosa duda sobre la
capacidad de estos peces de saber
hacia donde saltar.
De
lo anterior me atrevo a plantear
que los Rivulus cylindraceus
solo saltan cuando se encuentran
a disgusto, debido a las condiciones
del lugar como estrechez o la calidad
del agua, o cuando son perseguidos
por ejemplares dominantes, depredadores
o un jamo.
Comportamiento.