|
Enfermedades de los
Peces
© Roberto Petracini
enfermedades bacterianas
Exoftalmia y
Columnariosis
(Flexibacter
[Chondrococus] columnaris)
|
Exoftalmia |“Hongos”
de boca (Columnariosis)
Exoftalmia
Esta
enfermedad reconocida por la desorbitación de uno o los dos ojos, puede tener
diferentes orígenes. Es decir, puede ser un
signo inespecífico que se asocia a muchas enfermedades (por ejemplo
Ascitis infecciosa, tuberculosis, etc).
La Exoftalmia se produce cuando se acumula una excesiva cantidad de líquido
biológico en el interior del ojo o cavidad ocular del pez afectado. Este exceso
de líquidos produce la hinchazón del globo ocular que es proyectado hacia el
exterior.
Evidentemente el exceso de líquidos biológicos se produce como una reacción
del organismo ante el ataque de agentes agresores, pudiendo ser éstos
microbianos, parasitarios, agentes psicoquímicos y/o desarreglos fisiológicos
debido a carencias alimentarias.
Los
diversos animales que componen el reino animal poseen membranas protectoras de
los ojos (párpados) y glándulas productoras de lágrimas, cuya función es
mantener la humedad y secretar un líquido antiséptico que protege los ojos
contra las agresiones microbianas. No se conoce entre los peces de agua dulce
ningún caso de membrana protectora y tampoco hay antecedentes de que haya peces
con glándulas productoras de lágrimas. Entre los de origen marino conocidos
hay un par de ejemplos de poseedores de una fina membrana protectora: los
tiburones (del Género Heterodontus y otros) y el Mola mola
(conocido como “Pez Luna”). Sin embargo esta membrana no cumple las
funciones de un párpado aunque produce una protección adicional al ojo.
La
ausencia de párpados en los peces expone a los ojos a una variada posibilidad
de ataques bacterianos como consecuencia de cualquier herida que haya sido
causada por cualquier medio, incluso por las muy frecuentes peleas territoriales
en ciertas especies.
En muchas oportunidades los peces se asustan y golpean contra los muy diversos
objetos que se encuentran en su hábitat, produciendo una fisura por la cual
ingresan los agentes agresores. Estos agresores pueden ser cualquiera de las
bacterias patógenas de las que todo ambiente, por limpio que sea, las encuentra
omnipresentes.
Además
de este tipo de Exoftalmia, puede encontrarse otro producido por enfermedades
bacterianas en el organismo del pez. Una vez introducidas en el organismo, las
bacterias se alojan o pueden ser arrastradas hacia cualquier órgano, incluyendo
los ojos, por lo cual es muy común encontrar Exoftalmia en peces enfermos de
tuberculosis.
Como
agentes parasitarios podemos encontrar pequeños Trematodos (en especial las
larvas), capaces de producir la enfermedad al infectar el ojo del pez. Si bien
son poco comunes en acuarios, algunos Trematodos como Diplozoon pueden
provocar Exoftalmia. También los miembros de los Géneros Gyrodactylus y
Dactylogyrus, cualquiera de ellos capaces de introducirse en el acuario
junto a los alimentos vivos, tales como las larvas de mosquito o el tubifex,
generalmente colectados en aguas pantanosas o polucionadas.
Por
último encontramos factores psicoquímicos que suelen ser los que en mayor
medida produce Exoftalmia. Cuando el ambiente no es el que requiere un pez
determinado para su buen desarrollo y evolución, se produce una reacción de
incomodidad que reduce las defensas contra las diversas agresiones del medio. Y
el ojo es una de las partes más débiles y expuestas del organismo de un pez,
por lo que es, al mismo tiempo, uno de los órganos más sensibles a las
agresiones externas.
Es posible encontrar Exoftalmia en acuarios mal equilibrados, donde los cambios
de agua no son todo lo frecuente que debieran ser o con agua de características
diferentes a las que exigen los habitantes.
El
reiterado tratamiento con medicamentos sin la debida renovación del agua (en
especial los acuarios marinos con exceso de sales de cobre), las variaciones de
la temperatura, dureza o pH del agua y la acumulación de nitritos más allá de
los límites razonables, pueden ser motivo de Exoftalmia y si no hemos podido
localizar agentes bacterianos ni parásitos, es muy probable que tengamos un
acuario desequilibrado cuando esta enfermedad se presenta.
Por último se da el caso de la alimentación reiterativa. Si bien es el menos
común de los factores desencadenantes, no lo podemos descartar totalmente, pues
ningún pez se encuentra cómodo nutriéndose a diario con el mismo alimento,
por bueno que éste sea. Es recomendable entonces variar la dieta, suministrando
cada tanto alimento vivo bien lavado y purgado (manteniéndolo en agua limpia
corriente durante un par de días), alimentos en escamas o pellets de base
vegetal y aquel alimento del que cada aficionado tiene su mejor opinión.
Semanalmente se puede incorporar a la dieta una o dos dosis de carne cruda
desgrasada raspada con un cuchillo filoso. De ese modo se puede suministrar la
pulpa de la que se alimentarán aún los ejemplares jóvenes.
Terapéutica
El tratamiento con medicamentos se debe aplicar según se trate de agentes
bacterianos o parasitarios. En el caso de enfermedad producida por bacterias, se
deberá recurrir a los antibióticos como el cloranfenicol, que se puede
administrar con el alimento (si el pez afectado acepta comer) a razón de 1
gramo por kilo de peso. El cloranfenicol también puede ser utilizado en baños
a razón de 250 mg. por cada 20 litros de agua del acuario.
Por muchos motivos es recomendable tratar al pez enfermo en acuario de enfermería.
El principal de esos motivos es la posibilidad de que se trate de un signo que
responde a una enfermedad más grave. En caso de que así no fuera, resulta
innecesario (y hasta contraproducente) tratar casos aislados en el acuario
comunitario.
La aplicación de gotas oftálmicas con antibióticos (una gota en el ojo
afectado cada cuatro horas durante una semana) suele producir mejoras a partir
de 4º o 5º día aunque todavía el ojo no recupere su posición normal. Aún
en este caso deberá continuarse con la administración de antibiótico en la
comida y/o en el agua del acuario, hasta completar la curación.
Si
se tratara de Trematodos, sugerimos pasar vista por nuestras páginas dedicadas
a parásitos, cuyos vínculos figuran al pie de esta página.
Descartadas las causas biológicas, es decir si no se localizan bacterias ni parásitos,
habrá que adecuar el acuario a las condiciones exigidas por los peces que lo
habitan, produciendo los cambios de agua, temperatura, dureza y pH que sean
necesarios. El agregado de acondicionadores coloidales, en los cambios de más
de un tercio del agua, evita la agresión del agua nueva sobre la mucosa. Es
recomendable su utilización en general, pero mucho más importante resulta
utilizarlo en casos como el que nos ocupa. Con estas precauciones evitaremos
producir malestar que desemboquen en alteraciones psicoquímicas, las cuales
pueden dar origen a Exoftalmia o cualquier otra enfermedad.
La higiene y la prevención suelen ser las mejores terapéuticas
para todas las enfermedades. Si se observan peces que hayan sufrido lesiones en
los ojos, lo mejor será aislarlos en un acuario con algún desinfectante del
tipo polivalente hasta que se los considere fuera de peligro.
"Hongos"
de Boca
Esta enfermedad en
producida por Flexibacter columnaris, bacteria aerobia, móvil y Gram-negativa, es conocida desde hace muchos años como Chondrococus
columnaris. Su tamaño (muy pequeño) es 0,5-2µ de largo por 4-8µ de diámetro.
Ya en 1922 era conocido este germen, el cual fue identificado y clasificado por
Davis. Recién en 1944 fue descrito por Orbal y Rucke. Finalmente, en 1965
Jensen identificó la enfermedad que se popularizó como “hongo de boca”
mucho antes de ser identificada la bacteria causal. En 1966 Brown y Collins
estudiaron el proceso y lo describieron técnicamente. Recién a partir de
1965-1966 se tomó cabal conciencia de que la enfermedad era causada por un
proceso bacterial y no por un hongo, tal como se puede apreciar consultando la
bibliografía sobre acuarismo de fechas anteriores.
Flexibacter
columnaris afecta por igual a peces de aguas dulces o marinas, de aguas frías
o tropicales.
Es una enfermedad distribuida
mundialmente, aunque en los EE.UU. tiene repercusiones verdaderamente graves en
factorías de peces ornamentales y de consumo. En muchos países europeos se la
considera erradicada de las factorías y criaderos a raíz de la intensa campaña
de prevención llevada a cabo por los criadores.
Síntomas.
Como el nombre común lo indica (“Hongo de boca”) produce en los peces
afectados unas lesiones muy parecidas a un copo algodonoso, el cual cubre
especialmente la boca, pero también ataca la cabeza y los labios. Esta
enfermedad, de no tomarse medidas urgentes, se propaga rápidamente y produce
una morbilidad del 80%. La mortalidad casi siempre asciende al 100%.
Lo primero que se visualiza es el “copo de algodón” en la boca, pero rápidamente
se extiende a los labios. Si el pez vive lo suficiente la enfermedad se extiende
a la cabeza y poco después también abarca las agallas.
La enfermedad se propaga lentamente pero de no adoptarse medidas los resultados
son catastróficos.
Eventualmente, los peces afectados que no fueron tratados precozmente, pueden
sufrir deformidades en los labios.
Antes de que se pueda visualizar el “copo de algodón” existen
modificaciones de comportamiento que pueden ser comunes a otras enfermedades,
tales como apatía, pérdida de la reacción de huída inapetencia, natación
indolente.
Transmisión,
generalidades y terapéutica.
La putrefacción bacterial de la boca u “hongo de boca” se transmite,
directamente, por contacto. En forma indirecta por medio del agua en la que se
encuentre libre el agente causal o por medio del lodo del fondo. Siendo una
bacteria aeróbica se mantiene patógena por mucho más tiempo en acuarios con
aguas más oxigenadas, tales como los de agua fría (por debajo de los 20º C.
Su patogenia latente es favorecida por aguas duras y con alto contenido en
materias orgánicas.
Las experiencias realizadas demuestran que puede conservarse patógena en la
mucosa de los peces sanos. Son los mismos peces enfermos los que transmiten la
enfermedad al ambiente, ya que la bacteria está contenida en el aparato
digestivo con carácter saprofito, por lo que puede ser excretada al medio
ambiente junto a la materia fecal.
Esto indica que no es necesario el contacto entre peces enfermos y sanos para
propagar la columnariosis.
Algunos autores
indican que es necesaria una lesión previa para permitir que el germen actúe,
aunque una vez transformada en patógena no creemos que sea impedimento el hecho
de no encontrar lesiones para atacar a nuevos individuos.
El período de incubación se encuentra entre los 5 y los 8 días, dependiendo
de factores ambientales. Para su cultivo en laboratorio se puede recurrir a un
medio (% peso/volumen) agar 0,9, triptófano 0,05, extracto de levadura 0,05,
acetato de sodio 0,02, extracto de carne 0,02; pH 7,2-7,4 a 20-25º C.
El tratamiento deberá iniciarse en forma masiva, es decir que se debe medicar a
toda la población del acuario o estanque.
En acuarios el primer paso será efectuar topicaciones en la boca del pez o
peces afectados con Povidona-Iodo (Pervinox solución o similares)
y trasladarlos a un acuario enfermería.
Paso seguido se agregará Sulfameracina, Oxitetraciclina, Acromicina o
Cloranfenicol a razón de 250 mg. cada 20 litros.
En factorías y criaderos se puede ensayar con 6-clorotimol (p-cloro-Phenoxetol,
Ver Tabla C # 38 con vínculo al pie de página). Este compuesto orgánico suele
dar buenos resultados también en acuarios siempre que no se exceda la dosis.
Algunos peces son sensibles a los compuestos clorados por lo que debe ser
administrado con precaución.
|
|