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Historia del acuarismo
argentino
El acuarismo argentino
antes
(y después) de Internet
(Primera parte)
© Roberto Petracini
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En
la Argentina la actividad que llamamos acuarismo tuvo sus inicios de la mano de
inmigrantes europeos, principalmente alemanes. No podemos imaginar las
dificultades que debieron superar no sólo para equiparse, sino, especialmente,
para obtener peces exóticos. Si
bien nuestra fauna autóctona es muy rica en especies
ornamentales, "nadie es profeta en su
tierra", y nuestros peces no siempre fueron valorados como peces
interesantes para el acuario. Algo
tan simple como la bolsita de polietileno y el oxígeno (a este último sólo se
le daba uso industrial y hospitalario), vinieron a producir la primera revolución
del acuarismo argentino. Hasta ese entonces se transportaban los peces en
frascos de vidrio o latas de conservas sin oxígeno, y por esta razón un embarque de peces
importados costaba una verdadera fortuna ya que se trasladaban
en envases individuales cuyo peso tenía mucha
incidencia en el costo del flete.
Con aviones mucho más lentos que los actuales y sin cabinas presurizadas para la carga, los
peces eran transportados en las bodegas de carga, soportando temperaturas por
debajo de cero grado. Esta era la única razón por la que llegaban vivos en
sus pequeños envases de vidrio, ya que el consumo de oxígeno era mínimo.
Claro que los que no se congelaban, se enfermaban luego de ser colocados en un
acuario y muchos solían morir poco después. En
las bolsas plásticas fue posible introducir oxígeno y colocar de ese modo
varios peces por envase. Los aviones más rápidos y la presurización de las
bodegas para carga perecedera hicieron posible importaciones que, al principio,
procedían de países vecinos y luego de Estados Unidos.
El contrabando (en las épocas difíciles), además de enriquecer a algunos
comerciantes, fue una forma de impulsar el acuarismo. Lo que no se podía entrar
legalmente (por excesivos recargos aduaneros, o por prohibiciones o por lo que
fuere), entraba por alguna frontera o en las valijas de los "turistas". Muchos
peces (como los primeros Scalares, Lebistes o Bettas) entraron "de
contra" en valijas o bolsos y sirvieron para que, en manos de aficionados
expertos o criadores profesionales, se multiplicaran y se difundieran en el
mercado. Los barcos (por lo
general los procedentes de China o paises de oriente), tenían entre sus tripulantes
a expertos criadores de peces que, saliendo de sus países de origen con varias
parejas de ciertos peces, los reproducían durante el viaje. Los viajes solían
durar meses y recorrían muchos países. En cada escala se producía una
verdadera disputa por las operaciones de trueque o compra. Los tripulantes
entregaban Bettas (u otros peces) y se llevaban algo de dinero y bastante de
peces de cada país. Esos peces luego se vendían en el siguiente puerto.
En Argentina cargaban Corydoras y Cynolebias y dejaban neones
cargados en Brasil, Bettas criados en el camino (a veces microscópicos),
Scalares brasileños o venezolanos, etc. etc.
Los comerciantes más pícaros tenían "espías" en Uruguay que le
informaban anticipadamente cuándo saldría uno de esos barcos hacia Buenos Aires. De
ese modo se preparaban mejor para las
operaciones de trueque.
Claro que no había e-mail, ni fax, así que había que recurrir al telégrafo. En esos
casos, al recibir el telegrama o el télex, salían a la carrera a pescar Corydoras y Cynolebias
en las proximidades
de Buenos Aires para
disponer de material de trueque. Esta
situación daba
ventajas sobre sus eventuales competidores.
Algunos acuarios, como el "Argentine Aquarium" (tal vez el primer
acuario argentino), estaban en la zona portuaria y no porque fuera una
"zona comercial", sino porque desde sus orígenes el acuarismo
argentino estuvo vinculado al comercio internacional vía trueque o contrabando.
"Argentine Aquarium" posiblemente fue el primer exportador legal de
peces de Argentina, pero mucho antes de exportar ya había difundido nuestros
peces por medio del comercio con los tripulantes de los barcos. Y
pasaron los años (treinta o más) y llegamos a la década del 60. Junto a los 3
ó 4 "viejos" acuaristas que aún quedaban (Testa, Smith, Müller padre,
Paul, Neixner padre, etc) aparecen los
"nuevos": el acuarismo se difunde, surgen asociaciones y hasta una
revista especializada ("Peces y Acuarismo", 1962). Platero ya no
distribuye peceras en bicicleta y dirige "Ichthys Argentina S.R.L.",
Constantino Silva ya no trabaja en el Ministerio y atiende con dedicación
exclusiva su "Acuario Silva"(que con el tiempo sería
"Distribuidora Silva"). Neixner hijo, Fernández, Rossi, Martty, Siri,
Cantarini, Müller hijo y muchos otros, fueron marcando una época en la cual
criar peces y fabricar productos de acuarismo era un sacrificio, pero que daba
sus frutos. Aparecían marcas nuevas en el mercado amparando
productos fabricados en el país: Acuar, El
Argentino, Ichthys, Shulet, Natura y muchos
otros. Y volvieron a
pasar los años, pasó el "proceso" con su apertura económica y su
deuda externa; pasó la guerra de Malvinas y su secuela; llegó la democracia y
el "Plan Austral", y el "Plan Primavera" y Alsogaray dijo
por 10ª vez que había que "pasar el invierno" y llegó Menem, y la
convertibilidad y la globalización... Y se fue Menem y vino De la Rúa... Y
se fue De la Rúa y llegó Rodríguez Saa... que también se fue. Y luego
vino Duhalde... que al final se va antes de tiempo... y en
medio de todo esa vorágine...
...estamos
en Internet  ...Un día nos levantamos
(ya no nos acordamos cuándo fue) y nos dimos cuenta que todo era
"punto com". Y que al mismo tiempo muchos acuarios ya no existían.
Tampoco las únicas revistas de acuarismo que se editaban. Y que solamente se
mantenían en pie alguna que otra factoría y criadero de peces gracias al abnegado esfuerzo de sus
propietarios. La crisis número... (ya perdimos la cuenta)
había arrasado con la mayoría de las empresas
nacionales.
Estábamos en 2001 iniciando un
nuevo Siglo y tomamos conciencia que había más pobreza y menos
fuentes de trabajo y que estábamos "globalizados". Y estar
globalizados significa que el 20% de la gente del planeta tiene el 80% de la
riqueza.
Pero también significa que conectando nuestra computadora a la red y poniendo
el "punto com" correcto se nos abre un mundo diferente, donde los
peces, las ciencias naturales, la medicina o lo que fuere está a nuestro
alcance.
Y los argentinos, que todavía no
terminábamos de acomodarnos a los cambios, nos encontramos ante algo que de golpe
pasa a ocupar un lugar de privilegio en nuestras vidas.
Y, como argentinos, tratamos de entrar con más ingenio que tecnología, pero
aprovechando cada uno como puede los recursos a los que pudo
acceder.
Mientras el comercio de acuarismo
apenas si comenzaba a utilizar Internet, los aficionados cibernautas han sacado,
por primera vez, una amplia ventaja sobre los comerciantes. En particular los killíferos que antes
vivían angustiados varias semanas antes de enterarse si un canje de huevos
llegaba bien por correo.
Ha llegado el momento de
"globalizarse" en lo bueno. Porque la parte mala de la
globalización ya la tenemos toda y no queremos más.
Intentemos (al menos intentemos!!), aprovechar esta nueva herramienta para
impulsar el acuarismo y para acomodarnos a la nueva realidad que
está sacando a los argentinos de la crisis mundial.
Junto con la difusión se ampliará el mercado y podremos recuperar algo del
terreno perdido.
Nosotros, desde el
2001 en
El Acuarista, estamos
haciendo nuestra parte.
Esperamos que haya muchos que se sumen y hagan su parte. De lo contrario
seguiremos yendo al puerto a ver si llega algún barco de oriente en lugar de
usar una página Web para que nos conozcan.
Hagamos el esfuerzo...
Entre todos podremos lograrlo.
>>>Sigue: la historia del
acuarismo argentino (2):
Asociaciones y publicaciones
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